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Jonathan Rea es un piloto de progresión. De esos que emiten destellos de talento y de vez en cuando deslumbran con uno de ellos. Con su segundo título de WorldSBK en el bolsillo, el de Ballymena (Irlanda del Norte) ha puesto su nombre en la historia de la competición, porque desde Carl Fogarty en los años 1998 y 1999, ningún piloto había sido capaz de ponerse la corona y los laureles dos temporadas consecutivas. Pero esa es solo la última parte de la novela.
Tras pasar por el británico de Superbike, 'Johnny' aterrizó en el Mundial de Supersport en 2008, de la mano del equipo Honda Ten Kate. En esa primera incursión consiguió seis podios, de los cuales tres eran victorias. Como premio, participó en las dos últimas carreras de SBK del año. Aquel fue otro de esos destellos: en la carrera inaugural del fin de semana acabó cuarto, justo por detrás de leyendas como Troy Bayliss, Carlos Checa y Troy Corser.
Los siguientes años le sirvieron para ascender. En 2009, su primera temporada completa se impuso en dos carreras, y en 2010 en cuatro. Terminó en el top cinco de la general en ambas ocasiones. El #65 se mantenía fiel a Honda a pesar de que otras motos desputaban más que la del ala dorada, y se mantuvo firme en años complicados, como 2011, cuando cerró el año en la novena posición de la tabla de puntos.
El paréntesis de MotoGP
Rea se repuso de la temporada 2011 y regresó a la senda de las cinco primeras posiciones en 2012. Ese año tuvo la oportunidad de sustituir a Casey Stoner en Misano y Aragón, donde fue octavo y séptimo respectivamente. Peleó de tú a tú, con pilotos de la talla de Valentino Rossi o Colin Edwards. Y nunca se había subido a una RCV de la categoría reina del mundial.
La de 2013 fue otra temporada dura, en la que no batalló por las posiciones de delante. Sin embargo, en 2014 llegó su mejor año hasta ese momento. Nueve podios y cuatro triunfos le permitieron ser tercero en la clasificación del campeonato, pero el norirlandés ya tenía las maletas hechas.
2015: el año en que impresionó
Jonathan aterrizó en el Kawasaki Racing Team para sustituir a Loris Baz. Llegaba a una estructura que había conseguido un título y un subcampeonato con Tom Sykes en los dos años anteriores. Y confirmo lo que muchos sospechaban: que, en ciertas ocasiones, su talento había estado por encima de la mecánica de la que había disfrutado. Con sus catorce victorias eclipsó a Sykes y se sentó en el trono del Mundial de Superbike por primera vez.
Los números de este 2016 están más presentes: nueve primeros puestos, veintitrés cajones y dos Superpoles. Esas cifras asustan, al igual que las de una trayectoria mundialista que cumplirá los diez años en 2017: 88 podios y 38 triunfos.
Realmente, los números no expresan tanto como escucharle hablar sobre los tests de invierno y del trabajo de desarrollo que queda pendiente justo después de ganar el campeonato. Ni siquiera había celebrado que es el sustituto del mismísimo Carl Fogarty. Destellos de talento, destellos de trabajo duro.